Vamos a aportar un granito de arena más al mal rollo propio de los Domingos para hablar en este caso de las incómodas contracturas, cómo vienen dadas y qué nos quieren decir.
Una contractura es el espasmo (contracción) involuntario y continuado de un músculo, muy habitual a nivel de espalda y piernas aunque cualquier músculo puede sufrirlas. Su tratamiento se basa en aplicación de calor local, masajes o simplemente reposo.
¿De qué puede venir una contractura? Si nos ceñimos a lo que nos interesa (o al menos a la temática del blog) una contractura vendrá propiciada básicamente por:
- Sobrecarga por esfuerzo (una mudanza, por decir algo) o entrenamiento excesivo
- Mala higiene postural que causa descompensaciones
- A partir de otras lesiones.
Por lo tanto y pese a lo molestas que puedan llegar a ser, podemos considerar una contractura como un simple aviso de algo qué está sucediendo y puede ir a peor. Por ejemplo, una contractura a un lado del romboides sería producida por descompensaciones de un lado sobre el otro así como posibles lesiones de columna tanto potenciales como ya existentes. Lo mismo podríamos decir a nivel cervical y lumbar o una contractura en los isqueosurales nos avisaría de una sobrecarga de los mismos.
En definitiva, debemos tomar las contracturas como un indicador de una zona a la que debamos comenzar a prestarle más atención y mimo.
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