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He llegado “muerto” a casa. El martes de un entrenador personal también es un día duro. Y lo digo por el blog que escribí con el título “El lunes de un entrenador personal”…
Hoy, en el último entrenamiento, ha salido el tema de la fatiga crónica. Y a eso quiero dedicar mi blog. Así puedo aclararle algunas cuestiones a mi cliente y las comparto con vosotros…
No es algo baladí. Se considera que de un 5 a un 20% de la población puede presentar fatiga durante más de un mes en algún momento de su vida. Hoy yo estoy agotado y mi cliente también lo está. Pero una cosa es venir de la Semana Santa... y otra cosa es tener el síndrome de fatiga crónica (SFC). Este se manifiesta de manera prolongada y dificulta la actividad física o intelectual de manera continuada.
La fatiga crónica no es una enfermedad reciente. Posiblemente ha existido siempre. Pero es a partir de 1994 cuando Fukuda y sus colaboradores, siguiendo las directrices de el CDC (Center for disease control a prevention) de Atlanta en EE.UU propusieron y generalizaron unos criterios diagnósticos nuevos para el SFC (Síndrome de fatiga crónica).
Estos criterios ampliamente consensuados y aceptados se basan en el cumplimento de dos criterios mayores definidos por la presencia de fatiga crónica invalidante de duración mayor de seis meses y la exclusión de enfermedades orgánicas y psiquiátricas inductoras de fatiga crónica así como la coexistencia de una serie de criterios asociados basados predominantemente en sintomatología muscular y neuropsicológica.
El diagnóstico de la fatiga no nos corresponde a nosotros como entrenadores personales. Así que no trataremos de valorar a nuestros clientes más allá de las simples anamnesis de los síntomas. En todo caso nuestra obligación es derivarlos a personal médico informándoles de nuestras observaciones. El médico de cabecera es el que puede hacer el diagnóstico según los criterios establecidos.
Donde sí podemos actuar nosotros como entrenadores personales es en el "tratamiento". Porque las únicas intervenciones que han demostrado un efecto claramente beneficioso para el SFC son el ejercicio físico progresivo controlado y la terapia cognitiva conductual.
La terapia cognitiva conductual debe hacerse por personal cualificado y con experiencia en la enfermedad. A saber, psiquiatras, psicólogos, etc.
El ejercicio físico controlado, progresivo y previa individualización debe supervisarlo personal cualificado: Nosotros. El profesional juega un papel clave en la intervención. El ejercicio no debe ser extenuante porque si no podrían agravarse los síntomas. Debe hacerse de manera regular. Con una duración de unos 30 a 45 minutos. Recordemos que la prescripción debe ser individualizada.
Entre otros tratamientos no recomendables esta el reposo. El reposo prolongado no es beneficioso sino, todo lo contrario, ya que puede perpetuar tanto el SFC como otros síntomas asociados.
El “fitness” (Cómo filosofía que orienta el ejercicio físico al bienestar) mejora el SFC. Pero eso ya lo sospechábamos. ¿Verdad?
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